domingo, 4 de septiembre de 2011

IGNACIO URANGA ( BAHÍA BLANCA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES, 1982)





1.      qué objetos te acompañaron toda tu vida?

A menos que improvistamente viniera a tomar consciencia hoy de que, por cuestiones que, por supuesto, adjudicaría al azar, un objeto está cerca mío hace años, te diría, rotundamente, que ninguno. Incluso si hubiera un tal objeto, sería, como te dije, sólo y exclusivamente obra del azar, y no de mi voluntad. Esto, siempre y cuando estemos hablando de objetos materiales. Ahora, si lo ampliamos, y en “objeto” incluimos los simbólicos, es otro cantar. Hay una antigua creencia celta, muy bonita, de la que habla Proust en un momento de En busca del tiempo perdido, que se basa- pienso- en el principio de conservación de la física: la no-pérdida y, sí, en cambio, la transformación. El caso es que los celtas decían que en aquellos objetos que nos rodean se encuentran las, digamos, almas – o como se quiera llamar- de los que ya no están. Es una idea recurrente esta, presente también en la antigua Grecia: en los órfico-pitagóricos, Platón- el último pitagórico-, con la metempsicosis o transmigración; se ve también, en otra línea, en el materialismo de Epicuro- que Lucrecio va a recuperar en Roma-, y también en Píndaro- otro pitagórico-.  Por mi parte, prefiero el olvido. Soy poco afecto a lo material, más aún si está cargado de “auras” de las que quiero alejarme. Tengo demasiado con la compañía de los fantasmas internos como para encima retener desde el exterior objetos que colaboren con lo interno; porque, seamos honestos: ¿qué otra cosa que fantasmas son, si no,  aquello con lo que colaboran los objetos que se guardan?

2.      sentís presencias, voces, músicas del trasmundo?

No sé si del “trasmundo”- en caso de que tal cosa existiera-, pero sí, y más de la cuenta. Generalmente se manifiestan, tanto las voces como las presencias, en una modalidad casi imperceptible, de suerte tal que uno bien puede adjudicarle el caso a la sugestión. Sea como fuere, habría que distinguir, digamos, en las, por llamarlas de algún modo, categorías espectrales: están, por un lado, los fantasmas desconocidos, los que, de algún modo, propician el temor. Pero hay también los otros, los conocidos, y esos son los peores, porque están auspiciados por la angustia: me refiero a esos que están no en otro, sino en este mismo mundo que habitamos día a día, y sin embargo pareciera que se fueron, mientras que la realidad- si tal cosa existiera- es que no se fueron, sino, lo que es mucho peor: se hicieron otros.

3.      qué pensás de la rosa, los anillos, el mar y los tatuajes?

Me decís “rosa” y se me viene inmediatamente Le petit Prince, de Saint-Exupéry, sobre todo el  momento en que dice creía que la suya era única y viene a caer en la cuenta de que hay miles. Me viene, lógico, la blindada de Tuñón, y las del patio de mi casa, de mi casa de mi infancia, que limpiaba los domingos a la mañana. Anillos: tengo dos, pero casi no los uso. Tatuajes tengo varios, casualmente acabo de hacerme uno grande: pájaros sueltos (así lo soñé reiteradas veces) en medio de una tormenta. Me decís “mar”, hoy, y te digo “cáncer”. No está dentro de mis posibilidades hoy pensarlas por separado, es más, hasta te diría que son sustantivos en relación paradigmática.

4.      cuál es tu superstición?

Para que sea más breve la respuesta, te cambiaría la pregunta y te diría qué cosa no tiene cierta aura de superstición. Y mi respuesta es: la dignidad, el trabajo.

5.      en qué parte del cuerpo, el aire o el paisaje sentís la poesía?

Es difícil de responder, porque es un, digamos, destello, por decirlo de algún modo, que se va expandiendo. En tanto lector, creo que en las manos; pareciera que la inminencia de un buen texto ejerce cierta acción en las glándulas sudoríparas de las manos, y después en la respiración. A la hora de escribir, la manifestación viene por el, digamos, “brillo” con que uno ve, con que uno escucha, y esta descarga poética sobre el cuerpo se manifiesta también en la sudoración y respiración (así en el aire como en el agua, ¿no?).


6.      escribís mientras escribís o antes o después?

Es algo que viene desde atrás, y con esto estoy pensando en esa palabra que hoy es “cool” detestarla: tradición, eso que viene desde atrás: se escribe con todo lo que viene desde atrás. Creo en el trabajo.

7.      qué autores no releerías?

Hoy, si me decís hoy, al que no incluyo para mis próximos días más inmediatos, pero sí para un futuro lejano: Borges.

8.      de los poetas que conociste cuál, cuales te parecieron que unían su
vida a sus palabras?

Bueno, una cosa es plantear “su vida a sus palabras” y otra muy distinta es que sus palabras, es decir, sus textos sean, digamos, autobiográficos. Todo poeta une su vida a sus palabras, en el sentido de que dedica su vida a tal cosa, porque, convengamos, el oficio de escribir se lleva encima la totalidad del día. En cuanto a lo de textos autobiográficos, creo que eso depende más de una decisión de lectura, y de qué tanto acceso tenga el lector para decodificar si tal o cual discurso remite o no a la vida del escritor; sin embargo, aún así, es decir, aún aquel que tuviere acceso a la historia personal de un determinado escritor, y luego fuera a sus textos y decidiera leer en clave autobiográfica, aún así, comete, a mi ver, un error: el que escribe- no son mías estas palabras- es otro. Uno puede no estar de acuerdo con esto de que es otro quien escribe, pero no puede negar que la masa de discurso elaborada por un escritor forma un sistema independiente de quien lo escribió. Otra forma de decir esto mismo es decir “a fin de cuentas, todo texto es autobiográfico”, que es decir lo mismo que decir que un texto no representa la vida del “autor”. En cualquier caso, si representa o no una historia personal, es una decisión de lectura.

9.      qué, quién, quiénes escribe en vos?

Todo escribe en uno, y uno escribe con todo: desde el clima hasta la posición física en la que uno se dispone a escribir, es como si pensáramos la historia personal: se construye en base a la totalidad. Si te referís a textos: son muchos y muy diversos, muchos los llevo en la memoria a fuerza del impacto que me han causado. A los antiguos vuelvo siempre, sobre todo a Virgilio y Lucrecio. La Biblia, sin duda, sobre todo la Vulgata de San Jerónimo, en lengua latina. Pero estoy muy atento con el oído, es decir, las palabras te convocan tanto desde la lectura como en una conversación, de modo que ando por la vida escuchando también, involuntariamente, claro: hay palabras que se te vienen encima.

10.  vuelven algunas palabras, algunos temas o algunos climas?

Lo que decía recién: hay palabras que se te vienen encima. No sé por qué, pero determinadas palabras, al menos en mi caso, me convocan, me son inevitables. En cuanto a los - como diría un formalista- motivos, creo que, a fin de cuentas, en mi caso, escribo siempre sobre unos pocos temas, y esos temas van haciéndose recurrentes. Uno puede, digamos, “sublimar”, hacer indirectamente el tratamiento del tema, pero, de fondo, no sé si decir “cada quien”, pero creo que en mi caso sí, hay unos pocos temas. El caso más palpable, quizá, sea la temática amorosa: el, por decirlo de algún modo, amor es algo transversal, es decir, es una suerte de eje que soporta las más variadas intensidades en la escritura.

11.  en tu vida, la poesía como propósito, destino o circunstancia?

No le doy estatuto de nada, ni siquiera de- esa palabra tan incómoda y manoseada que termina bien por decir nada- “poesía”. Pienso, sí, en la escritura, en esas combinaciones sonoras y esa sintaxis a la que no logro llegar nunca.

12.  qué quisieras leer mañana, que quisieras releer para siempre?

El sintagma “para siem-pre” representa un problema central para mí. Quisiera que algo, alguna vez, llegara a ser “para siempre”. El quijote, toda la obra de Saer, Homero, Platón, Hegel, Marx, Adorno. Son muchos más. 


13.  qué pensás del romanticismo alemán?

Esta pregunta es para detenerse. No porque haya efectivamente que opinar algo en particular respecto del romanticismo alemán, sino porque pienso en lo que no está preguntando, es decir, no va al realismo, a la vanguardia, naturalismo, etc, por tanto acá subyace algo. Y efectivamente sabemos qué subyace, ¿no?, ¿o es discutible que hoy lo más cool de lo cool es atacar el romanticismo alemán? Hay un movimiento (más de uno) por llamarlo de algún modo,- no porque piense que la literatura pueda segmentarse en épocas (si no, ahí está Avanguardia e tradizione del ruso Tynianov, ayudando a pensar esto de la “época”)-  que han fundado su poética atacando, entre otras cosas, al romanticismo. No fue su único blanco, pero sin duda fue uno donde posaron el objetivo rojo sin moverlo. Pienso sería bueno tomar consideraciones sobre qué es el realismo hoy, ¿no?, qué para Adorno, Lukács, etc, y qué o cómo funciona el realismo hoy- si es que hoy, como me da la sensación a mí, funciona; y, por supuesto: qué cosa es eso llamado realidad. En esa embestida contra el romanticismo se camuflaron en demasía pésimos escritores, porque era fácil: todo se justificaba en una frase de William Carlos Williams y en que cualquier defecto sonoro era producto del emprendimiento antilírico. Las modas, pareciera, operan así. Se ha llegado incluso a negar a Juan Gelman, los franceses lo negaron a Borges- y no es que defienda a Borges, porque no es una escritura que disfrute-, incluso al mismísimo Marcel Proust. Más atrás, bajo otras circunstancias, Simón Pedro (no el de Cirene) lo negó al Cristo, y tres veces (pero lo quería [Phileo], no lo amaba [agapao]).

14.  el silencio, la soledad, la transparencia, el orden, adentro, afuera, a veces, nunca ?

Los signos, si aceptamos que son signos las palabras, no tienen mismidad (siquiera univocidad en esa relación Significante/Significado, así como aceptamos que los objetos del mundo no tiene esa tal cosa que los griegos llamaban noúmeno, sino que percibimos la manifestación, es decir, retazos de esa supuesta mismidad. De modo que estas palabras citadas, como cualquier otra, al menos para mí, no tienen valor alguno en sí mismas, ni positivo ni negativo. Cobrarían, en cambio, cierto espesor significante- al menos para mí- si estuvieran tensadas, ya sea en una prosa, un verso, una conversación, una canción, un prospecto, el diario, o donde fuere. Sí me pasa que me remiten, que adquieren, a partir de la lectura o de la vida, cierta dinámica- diría Foucault- sagital. Adentro-afuera me llevan a A-letheia, “nunca” a Saer, el grandísimo Saer.

15.   qué fue lo imposible?

Todo. Lo deseado y conseguido deja de ser deseado: el deseo así opera, ¿no? Tanto Lucrecio (Epicuro antes) como Platón lo trataron bien este tema del deseo, de su continuo desplazarse. Acá, por ejemplo, la palabra “imposible” pienso. El deseo es precisamente lo imposible. Ricoeur, cuando piensa la simbología, divide en distintas-él las llama- fases. Cuando habla de la fase onírica (es decir el sueño, la actividad onírica) y refiere a los “maestros de la sospecha” (Freud, Marx, Nietzsche), dice que la fase onírica se manifiesta en símbolos, y que dichos símbolos siempre fueron interpretados desde una hermenéutica arqueológica (arché), es decir, esa simbología remitiría al pasado, más precisamente a la infancia. Ahí Ricoeur- o el jesuita Scannone citando la edición francesa de Methafore vive, no recuerdo- dice (parafraseo): es cierto, el símbolo es arqueológico, porque remite al pasado, pero es también prospectivo, porque nos revela nuestros posibles más propios.

16.  la poesía es una arma cargada de futuro, pasado, eternidad?

Que es un arma no cabe duda. La carga depende de la historia, del momento histórico, ¿no? Digo esto y pienso en Pound, alineado al fascismo, pero también en Celan. Sin duda pienso en Gelman también: dónde más futuro que en la poesía de Celan, de Gelman, porque no se puede negar que Gelman es el Celan argentino (un lúcido amigo mío hizo que viera esto, no es cosecha propia). Aunque, volviendo a Gelman, pienso en ese verso de “un poema no puede derrotar un gobierno”, y en el indio Vallejo “Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza/ ¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?”. Pero sin duda es un arma, por algo tuvieron que irse de Argentina en la época del golpe, por algo fueron perseguidos, por algo existen Silvio, León, y tantos otros.

17.  la poesía es literatura?

La literatura es la literatura. Es difícil definirla: desde el formalismo, desde la semiótica, desde el estructuralismo, desde el postestructuralismo se han dado tentativas, generalmente anuladoras unas de otras. Aunque es discutible. En cuanto a la poesía: es una palabra difícil. Más que pensar si es o no literatura, pensaría qué es un poema, qué la poesía, qué lo poético, y, por otro lado, qué el verso, qué la canción. En El Arco y la lira Paz abre el tema.

18.  qué lugar ocupa la poesía argentina en Latinoamérica y en la lengua castellana?

No sé bien qué lugar ocupa, sí sé, y me consta, que el hecho de ser argentino hace que te miren de otra manera, cosa que no sé por qué, porque venido el caso, Chile, por dar un ejemplo, ha dado nada menos que a Lira, a Parra y a Lihn. También me consta que en el resto de Latinoamérica, sobre todo en México, a los poetas se los trata de otra manera y se los valora de otra manera.

19.  cuáles poetas argentinos te parece que deberían estar y no están?

Depende de qué se entienda por “estar”. Si por “estar” entendemos poder tener mayor visibilidad y acceder a todos aquellos medios de mayor alcance, creo que todos los que no son de Capital. Sin embargo, el sistema de exclusión no es propiedad exclusiva de Capital: afuera se forman cenáculos absurdos, dirigidos por alguno que medianamente tiene cierto “poder”, poder cuyo motor inmóvil, para que sea ejercido, es el amiguismo. Desde ahí se construyen, digamos, secuaces, aerolitos que, en su heliocentrismo, vagan por su propio micro-sistema solar, cuyo sol porta nombre y apellido: el resto, es absorbido por los agujeros negros. Los que deberían estar: Alejandro Carrizo (Jujuy), Andrés Bohoslavsky, Daniel Martínez (Bahía Blanca), Leonardo Martínez (Bs. As.), Ricardo Costa (Neuquén), Reynaldo Castro (Jujuy), Marina Serrano (Bs. As.), Anna Pinotti (La Plata), Mariana Rinesi (Corrientes), Elisa Gagliano (Córdoba), Paulina Aliaga (Bs. As.), y muchísimos que no conozco. Los que están haciendo un trabajo importantísimo y altamente digno de inclusión son los de la revista y editorial Lamás Médula, Ture y Néstor Colón, con un equipo estupendo.

20.  alguien te llevó o fuiste solo a esa palabra oscura?

De chico improvisaba canciones. En la secundaria me hice amigo de Miguel Vidal- inmenso en algún lugar ahora, Miguelito- un profesor que nos leía poemas seguido, y nos hacía escribir. Después conocí al poeta katruista Daniel Martínez, de quien aprendí muchísimo, sobre todo de su generosidad, también a Sergio Raimondi, a Alejandro Carrizo, a Andrés Bohoslavsky y a Jorge Boccanera. Después conocí Daniel Freidemberg, otro de quien aprendí mucho, muchísimo, y después me acerqué a Jorge Aulicino, Juan Gelman, Roberto Echavarren, Roberto Retamar, Pedro Serrano, León Félix Batista, Circe Maia, poetas de los que no dejo de aprender. Algún día aprenderé.

21.  fuera de la poesía que campo del arte te interesa?

Creo que la hiperprofesionalización del sistema, pienso, capitalista- o quizá ya antes, pero no mucho antes- hizo que viéramos, equivocadamente, a mi ver, el arte como algo atomizado. El arte es todo uno, no se puede pensar la literatura sin saber sobre la música, el teatro, el cine, así como tampoco pensarla por fuera de la filosofía, la historia, la economía, y demás. Estudié muchos años música antes de estudiar literatura. Me gustan mucho el cine italiano y el español.


22.  la poesía es una tarea del espíritu o una emanación de la historia ¿hay espíritu, hay historia?

Si me pongo hegeliano, te digo que hay las dos. Y honestamente es lo que creo. Somos animales históricos, no podemos pensarnos por fuera de la historia. Hay esa cierta aurática epocal, pienso. Hay también los fuera de las cuarenta del mazo (¿albatros?, ¿malditos?), pero aparecen cada tanto, ¿no?

23.  cuál es la mayor dificultad en la relación existencia-poesía?

La existencia es compleja a la vez que complicada ya de por sí. La escritura viene luego de que uno existe y tiene, dotado de existencia, la posibilidad de percibirla. Hay quien no la percibe, y no es que esté mal ni mucho menos. La poesía, digamos la intensidad, que es como prefiero referirme a esa palabra, es un modo de relación, relación de uno con el mundo, de uno con las palabras, etc. La intensidad tiene un inconveniente: vivir intensamente puede ser muy gratificante, pero muy doloroso. Y acá no estoy hablando-colaborando con el mito del artista romántico: quien anda hundido en las palabras, significa las palabras de un modo diverso, y, si nos ponemos kantiano-lacanianos- percibimos-entendemos-configuramos el mundo en y a través de las palabras. Por lógica: si el lenguaje se vive intensamente, el mundo será vivido intensamente, lo cual es un riesgo. Pero es posible que este razonamiento tenga una falla.

24.  quisieras responder otras preguntas, quisieras hacer otras preguntas?

Me gustaría agradecerte la humanidad con la que me trataste, cosa poco corriente hoy día. Y quiero agradecerte también el hecho de que me hayas brindado este espacio de diálogo, a mí, que no soy ninguna figura de la literatura como todos los que respondieron este cuestionario antes que yo.




  Publicó :
 
El ella real, Hemisferio Derecho Ediciones, Bahía Blanca, 2009, reedición en Literal, México DF, 2011. A-letheia, Trilce Ediciones, México DF, 2011, A-letheia, Alción editora, Córdoba, (en edición), Ramalaje, Fuga, Santiago de Chile, (noviembre 2011- en edición)

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